Si eres famoso quizás no respeten tu última voluntad
La sentencia de que la fama viene con un precio, fundamentalmente vinculado a la pérdida de la privacidad, es tan acertada que a veces raya en el absurdo. Y es que, aparentemente, ni siquiera somos capaces de respetar la muerte o la última voluntad de alguien que destacó en determinado asunto en vida. El robo de tumbas para quitar elementos de las de los famosos, sustraer cerebros, secuestrar cadáveres y pedir recompensas por estos, son algunas de las cosas que puedes sufrir luego de tu muerte si eres famoso. Aquí les dejamos una serie de historias similares que le sucedieron a los cadáveres de algunos de los personajes más memorables en la historia.
Por ejemplo, algunas voluntades que no fueron respetadas fueron la del Marqués de Sade, quien prohibió días antes de su muerte que su cuerpo fuera abierto bajo ningún pretexto, sin embargo, su cadáver fue exhumado y su cerebro usado para experimentar por psicólogos. El escritor Charles Dickens pidió un entierro sin ostentaciones y privado, pues consideraba abominable la adulación mediante monumentos o cualquier acto en su memoria, pero fue acompañado por un enorme cortejo fúnebre e incluso se levantó una estatua en su honor en su natal Portsmouth, en Reino Unido. Otro caso fue el del célebre poeta romano Virgilio, quien exigió que su obra que concentraba la historia de Roma fuera destruida por estar inconclusa, pero esta se convirtió en canon y punto de partida para estudiar la poesía latina.
John F. Kennedy: Fue el 35 presidente de los Estados Unidos y su asesinato conmocionó a esa nación y al mundo. Luego de más de medio siglo de su muerte, su cuerpo fue trasladado a Washington para practicársele una autopsia; pero su cerebro se encontró manipulado completamente, con lesiones provocadas y un impacto de bala casi perfecto. A partir de ahí, determinadas teorías de la conspiración señalan que el cerebro real de Kennedy se intercambió por otro para no revelar detalles del atentado y las sustancias que el mandatario consumía en sus últimos días; pero estas especulaciones han sido negadas por los organismos oficiales.
Albert Einstein: Considerado como el científico más conocido y popular del siglo XX, el hombre que revolucionó la física sufrió un destino triste luego de su muerte. Y es que antes de que su familia decidiera cremar sus restos, el patólogo Thomas Harvey se apropió de su cerebro sin el consentimiento de la familia mediante una operación encubierta con el fin de descubrir qué hizo a Einstein tan famoso.
El patólogo mantuvo el cerebro en estado óptimo para la investigación y realizó una serie de cortes en la superficie, que según él servirían para encontrar la causa de la genialidad del físico. Sin embargo, fue duramente criticado luego de publicar una serie de investigaciones sin relevancia sobre el cerebro. De hecho, el único dato científico moderadamente interesante del estudio del cerebro es que la parte relacionada con la capacidad matemática, es más grande que en otros cerebros.
Charles Chaplin: El genio del cine mudo falleció en Navidad en 1977 y fue enterrado en el cementerio de Corsier-sur-Vevey, un pequeño poblado suizo. Sin embargo, su tumba amaneció vacía el 2 de marzo del año siguiente. Fue profanada por un par de ladrones dedicados a la mecánica automotriz, que decidieron robar los restos para pedir un rescate y hacerse millonarios. Sin embargo, la torpeza de los delincuentes y el temple de Oona O'Neill quien se negó a ser extorsionada, hicieron que el ataúd apareciera 11 meses después, regresando al panteón del pueblo, pero esta vez sepultado bajo 1,8 metros de hormigón.
William Shakespeare: El reconocido dramaturgo inglés, temiendo que sus restos pudieran ser exhumados escribió el epitafio que reza su lápida, en el que se lee: “Buen amigo, por Jesús, abstente de cavar el polvo aquí encerrado. Bendito el hombre que respete estas piedras, y maldito el que remueva mis huesos”. Sin embargo, una investigación de 2016 concluyó que su cabeza fue robada en 1794, aunque la verdad no se sabrá hasta que se decida cavar en la tumba, pero esto es complicado pues se estaría faltando a la memoria del autor de Hamlet.