Tu culpa no es la de ellas
Científicos de la Universidad de Málaga han estudiado cómo gran parte de la sociedad culpabiliza a la víctima por influencia de una cultura del honor basada en la fidelidad femenina y en el valor de una buena reputación. Un nuevo estudio desmonta los prejuicios que sufren las víctimas de violación.
Las mujeres sufren elevados índices de violencia sexual. Muchos son los casos en los que rechazan la idea de denunciar ante las autoridades el delito del que han sido objeto. La falta de denuncias se debe, entre otras razones, al hecho de que buena parte de la población culpabiliza a la víctima y exonera al agresor.
Varias investigaciones han dejado patente cómo los mitos de la violación son utilizados para negar, minimizar o justificar la violencia sexual profesada por los hombres contra las mujeres. De ahí que las creencias estereotipadas hacen que las mujeres violadas se sientan objeto de prejuicio y, por lo tanto, doblemente culpabilizadas.
Expertos en Psicología Social de la Universidad de Málaga durante años han analizado el papel de ciertas variables ideológicas en el discernimiento de culpabilidad de las mujeres violadas. En esta nueva tesis, los investigadores han reconocido si la culpabilización de la víctima depende de la denominada «cultura del honor».
Esta cultura consiste en que los hombres son los encargados de cuidar de la familia y proteger a las mujeres de conductas deshonrosas. «Los códigos de honor precisan un patrón familiar y de relaciones sexuales con implicaciones en las actitudes frente a los roles sexuales», explica a Sinc Jesús María Canto, uno de los autores.
Al decir de Canto, el código de honor masculino se crea y se mantiene sobre la fidelidad femenina. «Su transgresión forma una afrenta al honor masculino y a la familia. La violencia contra la mujer en nombre del honor sirve para reestablecer el control sobre esta cuando se descubre que el honor masculino ha sido violado”. La pureza femenina y fidelidad sexual son valores centrales de las normas que rigen el honor. Si estas son infringidas, el hombre debe actuar con premura e inmediatez para preservar su propio honor.
Teniendo en cuenta lo anteriormente expuesto, los seres humanos que presentan niveles elevados de afiliación a la cultura del honor, tienden a justificar y legitimizar la violencia causada por los celos en la pareja. Ellos aprecian la fidelidad de la mujer y un nivel bajo de promiscuidad sexual en ella y no perdonan ningún tipo de infidelidad, particularmente si es de tipo sexual.