Los caballos no solo son para cabalgar
Desde hace tiempo se viene utilizado con personas con discapacidad de diferentes clases (parálisis cerebral, autismo, Síndrome de Down, entre otras) una terapia que emplea animales para la recuperación de las mismas. Uno de las especies más utilizadas por sus resultados constituye el caballo, ese ser que sabe dar tanto a los seres humanos y que, en ocasiones, recibe solo malos tratos. Sin embargo, y aunque muchas veces no seamos agradecidos, los caballos y más concretamente la equinoterapia/hipoterapia aportan resultados que son bastante más amplios y que se pueden aplicar para diferentes patologías o problemas emocionales que no se resuelven de la noche al día.
Este tratamiento consiste en una terapia que acompaña otro tipo de tratamientos, pero no los suplanta de modo alguno.
«La equinoterapia es la educación, reeducación y rehabilitación de la persona especial a través del caballo y abarca a personas con parálisis cerebral, niños con cromosoma 21, con autismo, entre otros males. De hecho, hasta niños y niñas con trastornos neuromotores, de origen neurológico, traumático y degenerativo.
Ahora, para aplicar a este tipo de terapia es fundamental la derivación del médico pues se requiere de observación por parte de los especialistas, quienes son los únicos en validar que los pacientes están aptos para continuar adelante y acercarse a estos animales.
Por otro lado, y en el caso de las personas con problemas motores, lo que permite la equinoterapia es mejorar el movimiento y la postura, algo que les ayuda en su desenvolvimiento cotidiana
Mientras en cuanto al trastorno autista, quizá el área más desconocida de estas dolencias, los resultados son principalmente la estimulación que lleva a los pequeños a expresarse y socializar con mayor facilidad.
Sin embargo, tampoco se trata de magia por lo que en todas las patologías es importante tener presente diferentes cuestiones como la elección del caballo indicado, que debe estar acostumbrado a recibir una persona mal montada y no asustarse con su actuar.
Y es que estamos hablando de chicos y chicas con una conducta algo diferente, los cuales, por lo general, nunca se han subido a un caballo y mucho menos lo han montado.
Por ello hay que tener paciencia y cuidado, sobre todo quienes se encargan de conducir esta terapia, profesionales que afirman que resulta muy satisfactorio apreciar como la actitud y el modo de ser de los más pequeños se modifica, para bien, tras concluir cada una de las sesiones, donde el amor y la dedicación son los protagonistas.