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miércoles, 28 de febrero de 2018

La literatura, la puerta del feminismo

Por Elizabeth Almeida

Sin embargo, aunque debieron pasar muchos siglos para que las mujeres alcanzaran la una real posibilidad de contar, fueron la imaginación y el lenguaje los primeros espacios desde los cuales las mujeres dieron señales de su denuncia, de su inteligencia, de su capacidad de pensar y reformar el mundo en pos de un nuevo orden en que desaparecieran las disparidades.

Los relatos de todas las grandes ciencias han estado construidos desde la mirada del hombre y por tanto dejan prácticamente ausentes aquellos asuntos que de manera tradicional han sido asociados a las mujeres. Ellas han sido sumamente tematizadas por los discursos androcéntricos en concordancia con ese estado de subordinación, como musas de artistas, inspiradoras de guerras por su belleza, madres abnegadas, esposas fieles y dignas de sacrificio, amantes apasionadas, brujas o hechiceras; pero relegadas cuando se trataba de reconocer sus importantes aportes a la cultura.

Sin embargo, aunque debieron pasar muchos siglos para que las mujeres alcanzaran la una real posibilidad de contar, fueron la imaginación y el lenguaje los primeros espacios desde los cuales las mujeres dieron señales de su denuncia, de su inteligencia, de su capacidad de pensar y reformar el mundo en pos de un nuevo orden en que desaparecieran las disparidades.

Es justamente la palabra escrita la que registra las primeras vertientes del feminismo allá por el siglo XVI, para luego ir consolidándose poco a poco como movimiento hasta llegar a la multiplicidad de voces y propuestas que hoy reaccionan contra la marginación.

En la década del 60, el feminismo ganó en solidez y comenzó a diversificarse a todos los campos de estudio. La teoría de género, como perspectiva interdisciplinar que entiende las diferencias entre los sexos no en su sentido biológico, sino como condición sociocultural e histórica; ayudó, luego de su aparición por esos años, a encausar nuevas investigaciones en el campo de las humanidades.

La literatura ha sido una de las zonas donde con mayor ahínco han incidido estos estudios, en pos de rescatar aquellas autoras y corrientes marginadas por el canon imperante y como modo de alcanzar una lógica distinta a la patriarcal para comprender el arte y el lenguaje.

Pudieran hallarse vestigios de crítica literaria feminista desde los textos de autoras clásicas en este movimiento como Virginia Wolf, Simone de Beavouir y Rosario Castellanos, cuyas reflexiones se basaron muchas veces en los discursos literarios. En autoras cubanas como Gertrudis Gómez de Avellaneda, Aurelia Castillo, Loló de la Torriente, Ofelia Rodríguez Acosta, Mirta Aguirre, Vicentina Antuña o Camila Henríquez Ureña, puede encontrarse también la intención de demostrar la capacidad del pensamiento femenino, su necesaria presencia e inclusión en la cultura, así como un modo peculiar de apropiación de las estrategias expresivas.