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miércoles, 7 de marzo de 2018

Putin, el hombre más poderoso del mundo

Por Diana M.

No puede moverse hoy el tablero de la geopolítica mundial sin contar con Rusia. No puede concebirse un orden económico hegemónico sin tener en cuenta el mercado de exportación y consumo del norte europeo; no puede el mundo tomar decisiones sin cuestionarse primero (aun para sus adentros) el parecer de Vladimir Putin. Conveniente para algunos, molesto para otros, en su mayoría los más poderosos, Putin se ha convertido en un “mal” (o bien) necesario en la geopolítica actual, constituye un punto de equilibrio entre una occidente neoliberal derechista por excelencia y los puntos de izquierda o de tendencias socialistas del resto del planeta.

Fue el aun joven presidente ruso quien puso freno a los intereses de los Estados Unidos en cercar a su país desde Ucrania. Fue también el quien freno al gobierno norteamericano en sus pretensiones expansionistas y bélicas en el medio oriente.

¿Pero… que tiene esta figura que resulta tan atractiva, tan enigmática para sus aliados y aun para sus enemigos? ¿Cómo ha logrado cautivar al mundo?

Se trata de un hombre mediático, con una extraña seducción a lo macho americano, que ha sabido emplear una psicología pop, adquirida en los propios Estados Unidos; jocoso, irónico, cínico a ratos, un hombre que sin dudas aprendió a jugar con la psicología occidental. Putin representa una Rusia fuerte, en su economía: floreciente; en materia política intransigente e independiente, contrario a la Europa zombie política que se limita a seguir la política de EEUU.

Putin llego a la política mundial cuando se conocía a una Unión Soviética destruida a pedazos, acosada por el terrorismo, cuando el pueblo soviético se hallaba humillado. Represento así el renacimiento del nacionalismo ruso. Vladimir representa el éxito económico, militar y de la informática rusa. De mano fuerte, rígida, con una Rusia capitalista en su economía, pero lo suficientemente justa y democrática como para simpatizar con los gobiernos latinoamericanos y el gigante asiático.

De hecho, una de sus más marcadas pretensiones es acercar a Asia y América Latina a mediano y largo plazo; dos regiones acribilladas por las tradicionales elites de poder, pero con economías en auge y potencialidades de desarrollo. No se proyecta o encierra murallas adentros, Vladimir Putin sabe cómo jugar con la geopolítica.

Como evidencia Rusia juega un rol fundamental en los BRICS, en la Organización de Shangai y hasta en la ruta de la seda, apoyando a Xi Jinping en ese megaproyecto que prevé unir a Asia, Europa y África.

Ante una nación y un líder tal no es de extrañar entonces que los Estados Unidos haya desplegado una campaña rusofóbica hacia el poder político y mediático. Sin embargo, bien lo dijo un diario alemán: “No intenten destruir a Rusia, porque no fue una nación que se rindió ni en la segunda guerra mundial”.

Algunos piensan que la tensión de las administraciones estadounidenses con Putin es coyuntural, conforme ha sucedido con otros líderes rusos. En ello incide fundamentalmente, los deseos que tienen los EEUU de apropiarse de sus materias primas. Es así que no se espera que la influencia que pueda tener el equipo de Trump en elecciones rusas sea siquiera comparable a la que Rusia tuvo en el país norteño.

Se trata de un candidato que cuenta con el apoyo de un 82 por ciento de los votantes de su país. Un presidente que no tiene en el seno de su nación debates de partidos políticos, sino que tiene una supremacía ideológica casi hegemónica; de hecho, ningún partido ruso es totalmente antagónico a Putin. Cerca de un 63 por ciento de votantes en su partido, y un poco más de un 15 por ciento del partido comunista ruso, lo avalan como el ganador casi indiscutible, pese a las escaramuzas de sus contrincantes.

Estados Unidos en su afán por destruirle y sabotear su proceso está quemando una de sus mejores armas al reconocer que el mundo es multipolar. Trump ha demostrado ser un estado limite en la política norteamericana, con una política desesperada e irracional. El gobierno de Trump debe negociar una mejor posición, pues no tiene grandes cartas para jugar contra Rusia: inventan conflictos, hacen histeria, como ha ocurrido con el caso Corea. Eso si, no deja de ser cierto que el éxito o no de la jugada geopolítica rusa depende también de Europa a partir del fracaso de la UE y el Brexit. A los EEUU por su parte, no les quedara de otra que acoplarse al comercio del pacifico.

Es de esperar una injerencia norteamericana en Rusia, de todo tipo, fundamentalmente a través de políticas financieras. Sin embargo, Putin ha desplegado una estrategia efectiva a diversas escalas de cara a los comicios: tiene implementada una campaña anticorrupción, anuncia su candidatura justo en una fábrica de trabajadores, tiene un sistema automatizado de votación de última tecnología, en las pasadas elecciones contaba con 180 mil cámaras que funcionaban a través de internet en la que las personas podían vigilar el proceso eleccionario, se esperan también en este.