Enviar por email

tu nombre: email destino: mensaje:
Nombre de Usuario: Email: Contraseña: Confirmar Contraseña:
Entra con
Confirmando registro ...

Edita tu perfil:

Usuario:
País: Población: Provincia:
Género: Cumpleaños:
Email: Web:
Como te describes:
Contraseña: Nueva contraseña: Repite contraseña:

lunes, 23 de abril de 2018

Cuando la vida empieza y termina en el mar

Por Yamy

Que el clima del planeta Tierra esté cambiando para mal es un fenómeno que sucede desde hace algún tiempo, y si antes parecía que se daba muy lentamente, hoy podemos afirmar que no es así, es acelerado y global, y afecta directamente a toda forma de vida. Si bien no es el primer cambio climático que ha existido, nuestra especie, que tan inteligente es, resulta ser importante causante de tal catástrofe. Podemos ver sus efectos de muchas formas: animales y plantas extinguidos o en peligro de desaparecer, altas temperaturas, sequías, así como huracanes, terremotos y tornados con mayor regularidad y más intensidad, entre muchas más consecuencias.

Una secuela que debemos tener como de las más sustanciales por la magnitud de su perjuicio es la acidificación de los océanos. Medios de comunicación refieren que se ha demostrado que el aumento de la cantidad de dióxido de carbono que se encuentra en la atmosfera es capaz de convertir los océanos en lugares inhabitables para la mayoría de las criaturas marinas, y por tanto todos los ecosistemas del océano se encuentran seriamente amenazados; y con ellos el hombre, pues las aguas cubren más de dos tercios de nuestro planeta, y de ella dependemos.

Un poco de historia

En sus orígenes la vida en el planeta Tierra sucedió en el mar y fue un proceso que duró millones de años. Es en los océanos donde habitaron incontables especies, y en la actualidad es allí donde se encuentra desde el mamífero más grande del mundo hasta la más diminuta y casi imperceptible, incluso se dice que puede haber muchísimas especies que aún no conocemos porque es tan inmenso el mar, y ha sido tan imposible explorarlo completamente. Sin embargo, no importa que sea enorme, los daños del cambio climático llegarán hasta el sitio más recóndito.

En sus inicios vivíamos más en armonía con el medio ambiente, los destrozos eran menores, tala de árboles y caza de animales, pero no mucho más. También el mundo no estaba tan poblado, por tanto la propia naturaleza era capaz de regenerarse. Ahora ya no es así, hace mucho tiempo cambió. Somos mayoría y con las necesidades vino el desarrollo en todos los ámbitos. Desde que llegó la revolución industrial todo empezó a cambiar y a mostrar graves estragos. Poco a poco las aguas se convirtieron en lugares cada vez más hostiles para sus habitantes. En primer lugar, el exceso de pesca ha acabado con especies marítimas y otras están al borde de la extinción; y por otro lado está la generación de contaminación con químicos a través de las industrias, y los desechos de las ciudades, sobre todo los que son incapaces de biodegradarse con facilidad como los plásticos. También influye el calentamiento de las aguas, y ambas han sido siempre las principales causas de que hoy esté comprometida la sobrevivencia de la vida acuática; hasta ahora que se le suma la acidificación de los océanos. Los científicos alertan que su acidificación constituye la amenaza más grande, y una vez más somos los culpables pues es consecuencia directa de la emisión de carbono a la atmosfera.

Los hechos

Expertos en el tema afirman que la acidificación de los océanos indudablemente está vinculada al cambio climático; y es nuestra responsabilidad frenarlo ahora que aún es reversible, aunque estamos llegando a la etapa de no retorno. De acuerdo con el portal web alemán Deutsche Welle, investigadores sostienen que los océanos de nuestro planeta absorben más de un cuarto de esas emisiones de dióxido de carbono que provoca el hombre y eso obliga a que sus propiedades químicas cambien porque cuando el agua del mar reacciona con el dióxido de carbono se llega a formar el ácido carbónico, y por tanto, mientras más absorban más se acidificarán los océanos. Si este fenómeno se diera en menor escala, no habría mayor repercusión, pero en la actualidad los niveles de dióxido de carbono que se hallan en las atmosfera son bastante significativos, y por tanto la acidez de los océanos es preocupante.

Los científicos también explican que en este momento los océanos están perdiendo su capacidad para seguir absorbiendo dióxido de carbono y eso sucede porque durante mucho tiempo lo ha hecho, se está saturando. Y lo alarmante es que si entonces no lo absorbe quiere decir que en la atmósfera habrá más dióxido de carbono, y con ello se acelerará más el calentamiento global. Es como un círculo vicioso del cual es cada vez más difícil salir.

Consecuencias

El cambio de la química de los océanos tiene graves consecuencias, en primer lugar para toda la vida marina, y luego para nosotros. Que el pH del mar haya disminuido ha hecho que reaccione todo el ecosistema. Por ejemplo, aquellos organismos que tienen concha y por tanto necesitan del proceso de calcificación necesitan más energía para generar ese calcio para su caparazón porque de otro modo podrían disolverse. Esto aplica para los corales, los crustáceos, los moluscos y variedades de plancton. Si estas especies desaparecen se verán seriamente afectadas otras criaturas que dependen de ellas tanto para alimentarse como para usarlas de protección.

Las regiones polares son en este momento las que más deterioro muestran y esto se debe a que en el agua gélida se puede disolver mejor el dióxido de carbono, y por tanto allí es más intenso el fenómeno de acidificación. Si continúa las aguas de los polos se harán más corrosivas y de esa manera habrá más condiciones para que las capas de carbonato de calcio y los esqueletos se disuelvan. En conclusión, en esas condiciones la biodiversidad se afectará en gran medida en las áreas polares porque muchos organismos no podrán sobrevivir. Una situación que ya se está dando en algunas zonas del Ártico, y se prevé que así también suceda pronto con las aguas superficiales de la Antártida.

Aunque una característica de nuestro mundo es la evolución, la capacidad de adaptarse y cambiar, el calentamiento global está sucediendo muy deprisa y las especies marinas no lo pueden tolerar, mucho menos enfrentarlo. El único modo, quizás, de hacer algo por el planeta es deteniendo de repente todo aquello que lo daña. Habría que hacerlo ya.