¿Es la fidelidad un sinónimo de inteligencia?
Para los seres humanos la fidelidad tiene múltiples aristas que se interpretan —o asumen— de disímiles maneras. Algunos la entienden como una restricción a la libertad individual, una suerte de cárcel que les impide vivir nuevas aventuras, hacer descubrimientos excitantes, probar, comparar. Para otros, es sinónimo de respeto hacia la pareja, hacia lo que ha construido juntos. Hay quienes no sienten la necesidad de pensar siquiera en buscar satisfacción en otro sitio, pues sienten que donde están lo tienen todo. A esos últimos la ciencia los cataloga como “más inteligentes”, de acuerdo con investigaciones hechas al respecto y que dan fe de que ser fiel no implica renunciar sino que, más bien, es un síntoma de agudeza.
Los científicos que lo afirman no lanzan sus conclusiones a la ligera, sino que son fruto de años de investigación neurológica.
Satoshi Kanazawa, un experto en psicología evolutiva de la Escuela de Ciencias Económicas de Londres, afirma que los hombres más listos tienen menos aventuras y dan más importancia a las relaciones estables que aquellos que poseen un cociente intelectual bajo. Para llegar a esta conclusión realizó un amplio estudio en el que correlacionó las conductas sociales y el nivel de inteligencia de varones de edades diversas.
Si bien la humanidad siempre ha contado con el hombre y sus relaciones polígamas, la monogamia para ellos es hoy una novedad evolutiva, según su criterio, y la “practican” caballeros más inteligentes y abiertos a nuevas ideas.
Tan solo aquellos con escasa razón se siguen inclinando hacia la promiscuidad cuando conviven con una pareja estable.
Otro experto y abanderado de estas líneas de estudio, el director del Departamento de Fisiología y Neurociencia de la Universidad de Nueva York, Rodolfo Llinás, ha analizado el amor desde el punto de vista cerebral y constató que la fidelidad es propia de las personas perspicaces.
Quienes creen en el amor eterno, ven al otro parte de su vida y no están dispuestos a desgastar su energía emocional innecesariamente.
El ánimo de tener sexo con otra persona, movido únicamente por el afán de disfrutar de unos momentos de placer, no puede ser considerado un sentimiento de puro amor.
La fidelidad es un ejercicio que busca la tranquilidad, que pretende concentrarse en lo verdaderamente importante de la vida.
Es por ello, afirma el experto, que se les considera a los fieles más avezados.
Una persona infiel, reseña, deberá concentrar gran parte de sus esfuerzos en elaborar y mantener sus mentira, buscar ardides para ocultar su verdadera situación y, sobre todo, combinar sus sentimientos habituales con los de la culpa por saberse un traidor, aunque no lo reconozca verbalmente.
En tanto, el que es incondicional a los suyos tendrá más espacio para afrontar las cuestiones realmente cruciales de la vida y, además, albergará la seguridad de contar con alguien que siempre le brindará su apoyo y vivirá en una total tranquilidad.
Por tanto, lo mismo para hombres que para mujeres, ser fiel no es un sacrificio, sino un síntoma de inteligencia.