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jueves, 10 de mayo de 2018

Nuestro andar es bastante más remoto de lo que pensamos

Por Matraquito91

Cuando pensamos en nuestra evolución, siempre visualizamos mentalmente a una serie de primates, más o menos parecidos a nosotros, que van enderezándose cada vez más hasta llegar a la postura adecuada, aunque esa también es discutible en la actualidad. Y es que para los científicos la imagen evocada antes resulta clave para entender cómo vivieron, cazaron y evolucionaron nuestros antepasados, esos a los que les debemos lo bueno y malo que somos hoy. No obstante, un examen detallado de huellas de homínidos descubiertas en Laetoli (Tanzania) y datadas de hace 3,6 millones de años, sugirió que nuestros antepasados desarrollaron un bipedismo muy similar al humano. Y ello ocurrió mucho antes de lo que se creía.

«Las huellas fósiles parecen realmente la única evidencia directa de cómo se desplazaban nuestros antepasados –explicó David Raichlen, cabeza del estudio–. "Sin embargo, pueden existir algunas diferencias, puesto que 3,6 millones de años atrás, los homínidos andaban de una manera muy parecida a cmo se camina hoy día», resaltó. 

De hecho, se piensa que los homínidos empezaron a caminar sobre sus dos patas hace unos siete millones de años, aunque según la evolución de otros primates, parece probable que estos primeros ancestros hayan tenido una postura encorvada para caminar, y con las piernas flexionadas durante un tiempo relativamente largo.

Asimismo, y basados en las huellas fosilizadas, Raichlen y su equipo emplearon una variedad de métodos para reconstruir el mecanismo de la marcha.

Tales resultados fueron presentados en la reunión anual de la Asociación Estadounidense de Anatomistas, donde se señaló que las huellas de Laetoli resultan consistentes con una marcha bípeda completamente erguida, similar a la de las personas.

Ello sugiere que la transformación a una manera de andar más parecida a la humana probablemente tuvo que ver con la forma en que nuestros ancestros se dedicaban a buscar comida, y qué tan lejos tenían que viajar para obtenerla. Y es que resultaba imposible alcanzar un fruto en la copa de un árbol si uno no se estiraba, por ejemplo.

«Este trabajo indica que, hace 3,6 millones de años, las condiciones cambiantes del clima y el hábitat obligaron a los homínidos ancestrales a recorrer largas distancias durante las búsquedas diarias de alimentos», explicó Raichlen. 

«La selección pudo haber influido en ese entonces en reducir los gastos energéticos que conllevaban la locomoción, derivando así la mecánica humana que empleamos», asegura. Todo esto pese a contar con importantes evidencias, que todavía desconocen la etapa exacta en la que nuestros antepasados se alejaron de los simios actuales en sus maneras de desplazarse.