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domingo, 24 de septiembre de 2017

Argentina parece que "explotará"

Por DesdeCuba

Los altos índices de inflación son uno de los martirios de la economía de muchos países, aun cuando la economía mundial presenta síntomas de recuperación. Este es precisamente, uno de los temas más calientes en una nación sudamericana. Aquí, el 2016 cerró con una inflación superior al 40%, la más alta desde 2002, pero las culpas siguen cayendo en aquellos que no pueden ya defenderse. En tanto, desde febrero a la fecha el Índice de Precios del Consumidor (Indec) ha aumentado en un 8.8%, pues de acuerdo con el Secretario General de la Presidencia “cuesta encontrarle la vuelta a la inflación”.

La economía mundial presenta síntomas de recuperación, pero no son todos los países los que ven dichas mejorías patentizadas en su entorno local. Muchos, durante el período más grave de la actual crisis no se vieron severamente afectados, pero actualmente presentan desajustes en sus indicadores macroeconómicos. En su mayoría son países beneficiados por del alza registrada en los precios de las materias primas (los commodities). Argentina, el país gobernado por Mauricio Macri, es un claro ejemplo.

El tema de la inflación es uno de los más candentes en la nación sudamericana. Durante la campaña presidencial del 2015, acaparó la atención del electorado argentino, el cual creyó en la promesa del candidato de Cambiemos (actual presidente) de resolver el problema de la inflación en tan solo un año. Según declaró el entonces aspirante a la presidencia: “resolver la inflación será la cosa más simple para mi gobierno”. Luego de asumida la presidencia el tono del discurso ha ido en descenso y en sentido contrario se han movido los plazos para el cumplimiento de la promesa. Echar la culpa a la administración kirchnerista ha sido una de las justificaciones más socorridas desde entonces por parte de la actual administración.

Lo único cierto hasta el día de hoy es que el problema sigue sin resolverse y continúa agravándose. El 2016 cerró con una inflación superior al 40%, la más alta desde 2002, pero las culpas siguen cayendo en aquellos que no pueden ya defenderse. En tanto, desde febrero a la fecha el Índice de Precios del Consumidor (Indec) ha aumentado en un 8.8%, pues de acuerdo con el Secretario General de la Presidencia “cuesta encontrarle la vuelta a la inflación”.

Primeramente, lo anterior demuestra que el ambicioso plan de Macri de resolver el problema en poco tiempo, no era más que una bien diseñada estrategia de campaña electoral. Pues no hay que indagar mucho para darse cuenta que el actual inquilino de la Casa Rosada sabía perfectamente que era imposible resolver el problema. Sin embargo, optó por el clásico sensacionalismo demagógico para atraer al electorado.

En segundo lugar, luego de transcurrido un año de gobierno de Cambiemos, sin cambios (para bien) a la vista, queda claro que la justificación de la “pésima herencia económica kirchnerista” no se sustenta más. Mucho menos lo hacen las exageraciones desesperadas de los funcionarios gubernamentales, donde afirman que el mal de la inflación es un fenómeno de más de 60 años en Argentina. De ser así (que no lo es) sonaría un poco contradictorio cuando se culpa únicamente a los esposos Krichner por “la pésima herencia económica”, pues al parecer no son ellos los únicos responsables como se afirmó duarante la campaña de 2015. La inconsistencia en el discurso de Cambiemos deja entrever la verdad en el asunto. En lugar de ir culpando a otros, el gobierno actual debería centrarse en repensar sus estrategias antinflacionarias. Sus medidas no han sido para nada efectivas; por el contrario, frenaron la tendencia positiva que se registraba durante los últimos tiempos de Cristina, según aseguran informes de la CEPAL.

En todo este escenario, los únicos afectados de manera sustancial son los consumidores promedios argentinos, quienes ven como pierde valor su moneda y poder adquisitivo su salario; al mismo tiempo que ven acercarse la línea de pobreza a sus familias. Aunque las predicciones gubernamentales pretenden reducir la inflación interanual a la mitad en 2017 y tienen un plan para ello, la meta parce utópica y las experiencias de un año enseñan a desconfiar de los buenos augurios del gobierno.