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martes, 24 de octubre de 2017

El arte rompe la mala imágen sobre Islam

Por Janet Rios

En junio del pasado año, durante varios días, una polémica sobre un poeta y místico musulmán del siglo XII compitió en las redes sociales en Estados Unidos con las últimas excentricidades de celebrities como Kim Kardashian o los sobresaltos de la precampaña presidencial que acabaría conduciendo a Donald Trump a la presidencia. Al anunciar de que David Franzoni, guionista de Gladiator, y el productor Stephen Joel Brown planeaban un biopic de Jalaludín Rumi y que pensaban en Leonardo DiCaprio para interpretarlo desató una tormenta en Twitter con el creador persa como protagonista. La intención del filme, según declaró Franzoni, era romper la (mala) imagen preconcebida sobre el islam explorando una figura que, así la describe el guionista, “es como Shakespeare”. “Rumi es un personaje con un enorme talento y que aún resuena hoy. Es un tipo de persona que vale la pena que la gente conozca”, añadió.

Pero ese argumento no convenció. Algunos cuestionaban la elección del actor y veían en ella una muestra más de la discriminación de Hollywood con los musulmanes. El argumento para la queja era simple: los usuarios de las redes denunciaban que, cuando hay que interpretar a un terrorista, los encargados del casting de los estudios cultivan el estereotipo y buscan intérpretes de marcados rasgos árabes, a poder ser, con tez morena y barba poblada. En cambio, cuando el personaje encarna grandes valores o ha de ser el protagonista de una trama, se opta por un actor blanco como DiCaprio.

Se creó incluso una etiqueta de denuncia: Como señaló una internauta: quieren a un blanco para interpretar a Rumi, el poeta sufí persa, pero cuando necesitan a un terrorista siempre encuentran fácilmente a actores musulmanes. Los demás exponían con ironía esa doble vara de medir: “Idris Elba no era lo suficientemente inglés para interpretar a James Bond, pero en cambio DiCaprio es genial para interpretar a Rumi”.

Aunque el guionista y el productor se desplazaron a Turquía, donde se reunieron con expertos en Rumi y donde visitaron su mausoleo en Konya, todo apunta a que la película finalmente no verá la luz. Biopic para millennials La polémica ha puesto el foco sobre una realidad. Pese a la distancia temporal, religiosa y geográfica –Rumi es un místico sufí de hace siete siglos, musulmán y originario de Asia Central–, su poesía levanta pasiones entre los lectores norteamericanos. Así lo reconoce Franzoni, que confesó que uno de los motivos que le llevó a plantear el proyecto fue “dar a conocer su vida a la generación millennial, que tanto ama su poesía”.

De hecho, como señalaba este pasado enero The Washington Post, “Rumi es el poeta más vendido en EE. UU.”. Un fenómeno que se inició con la publicación en 1995 del libro The essential Rumi, del que en los primeros siete años se vendieron 250.000 ejemplares, nada menos. Según la revista Time, fue el libro de poesía más vendido en el país en la década de los noventa. La aparición en 2001 de The soul of Rumi, traducido por Coleman Barks, el especialista que más ha sabido acercar el místico a los lectores estadounidenses, convirtió a Rumi en el poeta de moda e instauró la “rumimanía”. El libro fue un superventas.

Y los poemas trascendieron los libros. Madonna les puso música en 1998. Donna Karan los empleó de letanía de fondo en sus desfiles. Beyoncé acaba de bautizar con su nombre a una de sus gemelos... Pero ¿quién era Rumi? ¿Cómo fue la vida de uno de los más grandes humanistas de todos los tiempos, de uno de los hombres que alcanzó la cima de la espiritualidad y que estableció una escuela de derviches que ha durado hasta nuestros días? Hasta en su vida, este poeta, místico sufí y filósofo resulta de rabiosa actualidad.

Años más tarde, en 1244, en el bazar de esa ciudad se encontró con Shams Tabriz, un derviche errante cuya figuraó a Rumi. Ciertamente, Shams (sol en árabe) le iluminó. Para muchos autores, a raíz de ese encuentro nace un segundo Rumi. Ambos se ven como hermanos en el plano espiritual. Sea cual sea la naturaleza de su relación, Rumi se transformó, tras el en- cuentro con Shams, en un poeta místico al nivel de san Juan de la Cruz o santa Teresa de Jesús. Rumi lo dejó todo por Shams, y este le introdujo en una nueva dimensión espiritual y en la música y la danza de los derviches.

Tal fue la influencia del misterioso derviche errante sobre Rumi que los seguidores de este se enfurecieron, y uno de ellos, posiblemente con la complicidad de uno de sus hijos, acabó asesinando a Shams. La desaparición física devastó a Rumi, que, tras un profundo duelo, se refugió en el misticismo y acabó alumbrando una enorme y avasalladora, por su belleza y profundidad, producción poética. Su obra principal, el Mathnawi, una rapsodia de 25.618 versos con cuentos, leyendas y reflexiones filosóficas, es uno de los libros de referencia de los sufíes.