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domingo, 29 de octubre de 2017

El recuerdo en la piel

Por erne91javier

Las cicatrices pueden desaparecer con el tiempo, pero la piel tiene memoria, por eso aprende a curarse más rápido después de una inflamación, corte o cualquier tipo de daño, afirmó un estudio de la revista Nature. De acuerdo con la investigación, las heridas u otras circunstancias que provocan inflamación generan recuerdos duraderos en las células madre epiteliales, y así el órgano más externo del ser humano aprende a curar las lesiones posteriores con mayor celeridad. El primer episodio de congestión sensibiliza a las células de la piel y así, la próxima vez que 'sientan' algo similar, ya saben cómo reaccionar, explicaron los autores.

La investigadora principal Elaine Fuchs manifestó que los resultados del estudio podrían tener implicaciones importantes para comprender mejor y tratar una variedad de condiciones médicas. 'Cuando se mejora la capacidad de respuesta a la inflamación estas memorias ayudan a la piel a mantener su integridad, una característica que es beneficiosa para curar heridas después de una lesión', declaró la experta. Por otra parte, esa memoria también puede tener efectos perjudiciales, como contribuir a la recaída de ciertos trastornos inflamatorios como la psoriasis.

Las cicatrices son el resultado de un daño en la piel y se constituyen en una preocupación para quien la tiene y en un trabajo de extremo cuidado para dermatólogos y cirujanos plásticos. Cuando se presentan esos daños sobre el tejido, que pueden ser de diferentes formas, se requiere de una intervención especializada para cada uno, siempre apuntando a lograr el mejor resultado para dejar la piel como estuvo antes de la lesión, indica el dermatólogo Gonzalo Marrugo. Algunas cicatrices pueden tener algo de relieve, mientras que otras forman una especie de depresión en la piel, unas son rojas, generalmente las levantadas o hipertróficas y otras blancas, que pueden ser las postquirúrgicas. No todas las heridas son iguales y requieren el mismo cuidado para promover una curación adecuada. Abrasiones, quemaduras, cirugías menores, peeling, láser... Una vez que hay daño en la piel, la lesión puede desarrollar sensaciones de malestar, dolor o picor. En todos los casos, la calidad de la reparación de la piel impacta de forma directa sobre la persistencia de posibles cicatrices.

El cuerpo humano es muy sabio y ante cualquier herida, pone en marcha de inmediato un complejo mecanismo celular y vascular para controlar la hemorragia, protegerse de una posible infección y reparar los tejidos dañados. En los daños y heridas agudas el proceso de cicatrización natural dura de 7 a 14 días, y a los 21 días la herida está ya totalmente cerrada. Cuando una herida no se ha curado espontáneamente dentro de ese plazo, es porque hay alteraciones en los mecanismos de cicatrización y estamos ante una herida cutánea crónica, también llamada úlcera. Las heridas crónicas suelen afectar a tejidos más profundos -dermis, tejido muscular, tendones-, y se manifiestan mediante inflamación, enrojecimiento de los bordes de la herida y dolor.

En primer lugar, es esencial tomar en cuenta la topografía de la cicatriz. Algunas áreas del cuerpo cicatrizan menos eficientemente que otras. Por lo tanto, una herida situada en la espalda o el pecho presenta riesgo de separación de bordes con un mayor riesgo de cicatrices hipertróficas o queloides. Las heridas que se encuentran en la rodilla y el tobillo requieren tiempo para sanar. Es esencial seguirlas con atención y atenderlas con regularidad para tener una correcta cicatrización. Los antecedentes genéticos también juegan un papel muy importante. Es necesario verificar cómo han evolucionado las cicatrices anteriores para evaluar el riesgo de una mala cicatrización. De hecho, no hay que olvidar que no todo termina una vez que la cicatriz se cierra. El proceso de cicatrización acaba en meses y varía de un individuo a otro.