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sábado, 28 de octubre de 2017

Maracuyá, a la rica fruta

Por YCC

Originaria de Brasil y considerada como la de mayor importancia económica entre las pasifloras, género que comprende unas 400 especies, la parchita o maracuyá (Passiflora Edulis) presenta un abanico de aplicaciones y utilidades que trascienden de llevarla a la boca para deleitar el paladar. Conocerla es dar un paseo por la religión, por la geografía, por las ganas de vivir con calidad, en la salud y en la estética. Es la parchita y a conocerla te invito.

El nombre genérico de pasiflora resulta herencia del latín, como casi todo en el mundo de la botánica. En su origen significa flor de la pasión y debe su referencia al símil que hallaron los misioneros españoles entre la apariencia de la flor, muy parecida a una corona de espinas, con los implementos de la Crucifixión de Cristo. Ello determinó que también en muchas regiones del mundo se le conociera a esas plantas como pasionarias.

Para mayores elementos de su nomenclatura, el nombre específico de Edulis es un vocablo latino que significa “comestible”; mientras que la denominación común de maracuyá se deriva del portugués y equivale a “comida preparada en totuma”.

Se le considera originaria de la región amazónica, aunque crece de forma silvestre en un área que abarca principalmente desde el norte de Sudamérica, todo el Perú hasta el norte de Argentina y Paraguay. Durante el siglo XIX el maracuyá tuvo diversas utilidades en la gastronomía y por eso se introdujo con mucho éxito en Australia, Hawái, y otras islas del Pacífico sur, donde las condiciones climáticas favorables le permitieron adaptarse rápidamente. De allí pasó a Kenia, Sudáfrica y Uganda en los años 1950; luego a la India a través de Sri Lanka, y ya desde hace unos años se ha extendido a numerosas islas del Caribe, Israel, el archipiélago malayo y la Polinesia.

El maracuyá es una planta trepadora que puede alcanzar los 9 metros de largo, su período de vida no supera la década y las raíces son superficiales. Su flor normalmente es blanca con tintes rosáceos, y suele tener una estructura penta radial con cinco pétalos y cinco sépalos simbolizando a diez apóstoles (menos Judas Iscariote y Pedro). Los cinco estambres representarían los cinco tipos de estigmas, y los tres pistilos a los clavos de la cruz.

Pero entremos en materias más apropiadas a su consumo. La fruta en su estado de maduración más apropiado, tiene un sabor particular muy intenso y una acidez característica. Su geometría se conforma como una baya oval o redonda, carnosa y jugosa, recubierta por una cáscara gruesa, cerosa, delicada y a pesar del apetito de muchos, incomestible.

El maracuyá cuando se madura se desprende de la planta fácilmente, por lo cual su recolección debe hacerse desde el suelo, ya sea para consumirla así fresca o procesada, la cáscara no debe presentar daños externos de ningún tipo para evitar contaminación con gérmenes, bacterias o cualquier agente externo. Es particularmente rica en vitamina C, y también contiene calcio, hierro y fósforo.

El maracuyá se cultiva por la calidad de sus frutos comestibles, pues su pulpa se puede comer fresca. Sin embargo, su mayor potencialidad está en la preparación de jugos, gelatinas, helados, licores y platos salados; básicamente en platos que nos ponen en el compromiso inmediato de iniciar dietas si nos dejamos llevar por el placer de sus sabores. Y todo eso aun cuando es rica en fibra y baja en grasa, por lo cual en su estado natural, sin involucrarla en reposterías, se recomienda para mantener una línea sana.

Esta peculiar fruta también se emplea para calmar los nervios, la angustia y para favorecer el sueño; igualmente contra los malestares de la menopausia, y como un laxante. Con tales argumentos ya acumula por sí misma, méritos para ser la reina en un Hogar de Ancianos. El alcaloide que tienen sus hojas posee el efecto de rebajar la presión sanguínea. Su fibra ayuda a aumentar el colesterol bueno y disminuye el colesterol malo; es beneficiosa para el tracto digestivo. Sin dudas, es la fuente de la eterna vida.

Pero además, por la vistosidad de sus flores se cultiva como planta ornamental en jardines para cubrir muros y cercas. Su flor se usa en ensaladas ya que es comestible y sabrosa, aunque según la variedad pueda tener un ligero efecto sedante. El aceite que se extrae de sus semillas se utiliza en la fabricación de jabones, tintas y barnices. Es, como si no tuviera poco, la flor nacional de Paraguay.