No estamos en desventaja
Aunque durante 150 años se ha creído lo contrario, los humanos podemos oler tanto como los perros o los ratones, indicó un estudio publicado por la Revista Science. Los investigadores aseguran que nuestra especie es capaz de discernir hasta un billón de olores distintos. Lo que de antaño constituía una dificultad, el pequeño bulbo olfatorio de los humanos, en realidad se complementa con una mayor especialización de la corteza cerebral.
El neurocientífico John McGann, profesor de psicología de la Universidad de Rutgers, en Nueva Jersey, y artífice de la investigación, señaló que “el bulbo olfatorio, que envía señales al cerebro para ayudar a identificar olores, es similar en el número de neuronas al de otros mamíferos”, por lo que los humanos no están en desventaja. La anticuada hipótesis según revela, surgió en el siglo XIX, cuando Paul Broca, cirujano cerebral y antropólogo francés, aseguró que esta “anomalía” provocaba que las personas tuvieran un sistema olfativo empobrecido. A la hipótesis se sumó el psicoanalista Sigmund Freud, quien le adjudicó además, el efecto de tender a problemas mentales.
Para ejemplificar McGann añade que “los perros son probablemente mejores para detectar los diferentes olores de la orina, pero que el olfato humano es mucho mejor para sentir los diferentes aromas de un buen vino”. Ello se debe a que la capacidad de oler activa las emociones, hace resurgir recuerdos, desempeñando un papel importante en el síndrome postraumático. De hecho, el estudio asegura también que la pérdida del sentido del olfato, que disminuye con la edad, puede mostrar problemas de memoria y enfermedades neurológicas como el Alzheimer o el Parkinson.
Sin embargo, el olfato humano es el más sensible de todos los sentidos en el ser humano: unas cuantas moléculas, una mínima cantidad de materia, bastan para estimular las células olfativas. Las sensaciones olfatorias suelen confundirse con las del gusto, ya que ambas son producidas por el mismo estímulo químico. En verdad, varios alimentos son apreciados más por el olor que por el sabor.