Orlando, a un año de la masacre en Pulse
Hace un año, el 12 de junio de 2016, Alex, Frances o Nancy salieron de sus casas en la ciudad de Orlando en la Florida con el único fin de divertirse en la discoteca gay de nombre Pulse. Era una noche más, que terminaría en una matanza que indignaría al mundo y dejaría el angustioso saldo de 49 muertos y 53 heridos. Una de cada tres personas que se encontraba allí dentro recibirían el impacto de algún proyectil, salido del arma letal, un fusil AR-15, del fanático religioso de origen afgano, Omar Mateen. Esta pasaría a convertirse en la peor masacre en suelo americano desde los atentados del 11 de septiembre.
Días antes de este 12 de junio, la ciudad de Orlando, en la Florida, Estados Unidos, ya convocaba a varias vigilias, en honor a las víctimas por el irracional odio, que llevó a que Omar Mateen, de origen afgano, asesinara a 49 personas dentro de la discoteca Pulse en esa ciudad. Aquel angustioso viernes, donde toda la humanidad se compadeció del hecho, las cifras de fallecidos y heridos se elevaban a niveles históricos, convertido en el tiroteo masivo más mortífero de los que se tenga registro recientemente en aquel país.
Mateen, el responsable de la matanza, y ultimado en el sitio por agentes de la policía podría haber cometido el hecho por odio a los homosexuales, padecimientos de trastornos mentales o conflictos con su propia sexualidad. No importaba entonces el por qué, si no las decenas de inocentes que murieron aquella noche. Los actos de recordación de los 49 asesinados en la matanza de la discoteca Pulse, hace un año, supone que todavía los familiares y supervivientes les despierte un gran "dolor" y esto reabra recientes heridas, por lo que muchos optaron por dejar estos días a la ciudad floridana.
"Recuperarse de los traumas toma tiempo, va despacio, porque las víctimas ven que la gente, la ciudad, va "echando para adelante" y ellos siguen anclados en el temor y en la tristeza, lo que les genera "coraje" al preguntarse por qué ellos siguen aferrados al pasado", diría la trabajadora social Nancy Rosado, agente de policía de Nueva York durante 21 años, y miembro de la comunidad LGBTQ. Otros sobrevivientes optaron por salir de la ciudad, mientras que 29 de ellos viajaron a Boston (Massachusetts) donde este fin de semana se celebraba la tradicional marcha de Orgullo Gay y se les rindió homenaje a las víctimas de Orlando. Pulse era un lugar cerrado, donde se aglomeraba mucho público, y el fusil AR-15, llegó a más personas. "Aunque la respuesta de la policía fue inmediata, el atacante sólo fue neutralizado tres horas después de haber disparado por primera vez, lo que ayudó a que pudiera recargar su arma y tuviera tiempo de recorrer el lugar en busca de víctimas, a las que fue matando en etapas", explicó el el experto en seguridad antiterrorista Anthony C. Roman, de la empresa Roman and Associates, con sede en Nueva York.
Uno de los famosos que se unió a los recordatorios de la tragedia, donde había muchos latinos, fue el boxeador boricua Orlando ‘El Fenómeno’ Cruz, quien perdió esa noche a uno de sus mejores amigos. "Durante los pasados 12 meses, he recordado a mi amigo. Mientras estaba en México vi que habían entrevistado a uno de los perjudicados de la masacre y me dio un flashback. Saltaron a mi mente las imágenes de mi visita frente a Pulse para colocar unas flores y unos guantes en memoria a los que fallecieron", dijo el púgil, quien en 2012 se convirtió en el primero de carácter profesional en aceptar abiertamente su homosexualidad. "Se abren unas puertas, pero se cierran otras. Somos iguales, personas trabajadoras, luchadoras y buenas que deseamos unos derechos. Que seamos respetados como humanos. No se trata de recordar la tragedia en Pulse, sino que la gente recuerde que hay que respetar la vida ajena", concluyó el boxeador olímpico de Sydney 2000. El día amaneció nublado en Orlando, hace un año de la tragedia, queda mucho camino por delante.