SOS por el planeta
La situación medioambiental es verdaderamente crítica. Si se quiere revertir, es necesario el esfuerzo mancomunado de los países del Orbe, fundamentalmente de los industrializados. Se hace necesario también que las instituciones encargadas de garantizar los recursos financieros, simplifiquen los procedimientos. Se requiere además que los países se rijan por los principios de progresión, responsabilidades comunes pero diferenciadas y transparencia. Una excelente iniciativa sería la inclusión de las normas medioambientales en las Constituciones nacionales. Sin embargo, la verdadera razón de todos los problemas medioambientales es la lógica capitalista. No es tarde aun, las nuevas generaciones pueden disfrutar también del planeta Tierra.
La situación medioambiental es verdaderamente crítica. Si se quiere revertir, es necesario el esfuerzo mancomunado de los países del Orbe, fundamentalmente de los industrializados, que son los que más contaminan y los que más recursos poseen para emprender acciones que tiendan a una mejora paulatina de la situación actual. Son estos países los que, en cumplimiento con el principio de las responsabilidades comunes pero diferenciadas, deberían tener el liderazgo en este tema. Sin embrago, la realidad es otra, pues la mayoría de los países desarrollados no ha ratificado la Enmienda de Doha.
Por otro lado, se hace necesario que las instituciones encargadas de garantizar los recursos financieros simplifiquen los procedimientos para adquirir estos recursos. Solo así los países en desarrollo poseerán las tecnologías necesarias que impliquen una mitigación de la contaminación ambiental.
Aunque el Acuerdo de París fue uno de los grandes éxitos del multilateralismo y de la diplomacia internacional en los últimos 10 años, todavía debe seguirse trabajando en la definición de su manual de reglas. Como el acuerdo ya está en vigor, se impone que los Estados chequeen sus contribuciones nacionales con anterioridad al 2020, para lograr que estas sean más inclusivas y que abarquen todos los sectores de la economía. En este sentido, el óptimo sería transformar el modelo de desarrollo para que las políticas medioambientales tuvieran un lugar preponderante en él. Además, los países deben seguir teniendo en cuenta el principio de la transparencia, para que de esta forma, los compromisos sean claros, medibles y comparables. Así se podrá evaluar cuánto ha evolucionado un Estado en el complimiento de los objetivos fijados en el Acuerdo.
Una iniciativa efectiva sería la inclusión en las Constituciones nacionales de normativas en materia de protección ambiental. Además, hacia lo interno deben desarrollarse instituciones que fomenten proyectos que tengan como meta el mejoramiento de las condiciones ambientales. Además, en el seno de estas debe dársele importancia relevante a la innovación, pues como expresara Ban Ki-moon: “Ahora debemos dar rienda suelta al ingenio humano en toda su magnitud, garantizar un crecimiento con bajas emisiones y aumentar la resiliencia al cambio climático”
Pero la verdadera razón de todos los problemas medioambientales es la lógica capitalista de que por obtener ganancias, todo es válido, incluso si es a costa de sacrificar la propia existencia humana. El consumo desmedido y cómo a través de la globalización neoliberal estos patrones de consumo se han impuesto en prácticamente todo el mundo, ha devenido en que no se tenga conciencia verdadera de las nefastas consecuencias que nuestras acciones tendrán. El aumento de la contaminación y el incremento de la emisión de gases de efecto invernadero, ya están teniendo consecuencias. Han desaparecido especies de la flora y la fauna, se han incrementado las sequías, la insalubridad; hay lugares donde se hace difícil respirar. El medio ambiente es un tema que nos compete a todos, pues de la atención que le prestemos depende nuestra supervivencia como especie. No es tarde aun. Que el egoísmo no nos ciegue. Dejémosle a las generaciones futuras un lugar donde vivir.