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lunes, 26 de junio de 2017

¿Qué hay tras la guerra en Siria?

Por LauraB

Desde 2011 asistimos al desastre que está ocurriendo en Siria. La agresión militar contra esa nación del Levante está aupado por la necesidad de las potencias de controlar la energía del siglo XXI: el gas. La grave crisis económica en Europa y la pérdida del papel líder de Estados Unidos ante países emergentes dificulta la imposición de sus decisiones a otras naciones. El tan necesario y reclamado control de los recursos naturales y sobre todo las rutas de interconexión, para mantener su complejo militar industrial, y su poderío, hacen que se embarque en conflictos como el sirio. En 1995 Vladimir Putin trazó una estrategia para unir las zonas gasíferas de Rusia hacia Azerbaiyán, Turkmenistán, Irán, hasta el Medio Oriente.

Fueron llamados North Stream y South Stream y simbolizaron la insistencia rusa de mostrar músculo después de la caída de la Unión Soviética. El North Stream conecta directamente a Rusia con Alemania a través del Mar Báltico, hasta Weinberg y Sassnitz, sin pasar por Bielorrusia. El South Stream, inicia en Rusia, atraviesa el Mar Negro hasta Bulgaria y se divide pasando por Grecia y el sur de Italia, por un lado, y por Hungría y Austria, por el otro lado. Moscú descubrió la gallina de los huevos de oro cuando ocupó el papel de proveedor casi absoluto del gas, del cual depende Europa ante las crudas temporadas de invierno.

Estados Unidos implementó un proyecto en contrapartida conocido como Nabbuco, respaldado por la Unión Europea y que apuntaba al gas del Mar Negro y de Azerbaiyán. Siria fue el elemento en común para las ambiciones de ambas potencias. La razón es que el gas, que sustituirá al petróleo eventualmente, encuentra en la nación árabe una fuente inagotable y de amplias reservas.

Tras la guerra en Siria se esconden intereses de dos potencias que siguen reeditando pasajes casi olvidados de la Guerra Fría. Ni a Rusia ni a Estados Unidos les interesa realmente culminar con la intervención militar en ninguna de las coaliciones. Quien controle Siria controlará el Oriente Medio. La nación árabe es además la vía de acceso a Asia, cuyo proyecto de la Ruta de la Seda, es también súper ambicioso.

Mientras las dos potencias mueven las fichas del tablero político, los muertos lo siguen poniendo los sirios. El conflicto armado ha provocado la muerte a 220 000 personas, ha impulsado más de 11 millones de desplazados, casi 4 millones de refugiados y 12 millones de personas que dependen de la ayuda humanitaria para subsistir. Esto ha desembocado en una crisis de refugiados sin precedentes.