El Barça tiene secuelas
Todavía sin erigirse como líder del vestuario culé en todo el sentido de la palabra, Ernesto Valverde luce algo tímido ante los medios de prensa. Hasta cierto punto, el técnico sabe que no tiene aun la plantilla ideal para afrontar con garantías la venidera temporada, máxime ahora que se fue Neymar. La prueba más fiel de ello les llegó en un partido amistoso contra el Nastic de Tarragona, en el cual la unidad complementaria azulgrana deambuló ante un club que el pasado año terminó en el puesto 14 en Segunda División. Si bien con 222 millones podrán comprar un recambio sólido por Neymar y reforzarán otras zonas del campo, todo ese dinero no les alcanzará para sacudir a los suplentes del conjunto, que siguen muy lejos de las exigencias del club.
Algunos dirán que estamos en pretemporada, pero nada justifica la indiferencia de algunos que, más allá de las piernas pesadas, llevan meses sin dar señas a un club poderoso de su deseo y voluntad de defenderlo. Hombres como Arda Turán, Denis Suárez o Paco Alcácer están a años luz de Messi, Suárez, Busquets o Piqué y, a largo plazo, la institución lo sufre cuando caen las lesiones o la misma fatiga del intenso calendario obliga a sacar los recambios. Contra el Nástic, salvo Alcácer con un golazo de falta, el resto de los aspirantes quedó muy por debajo de las expectativas, afectados tal vez por la resaca de la estampida de Neymar.
Se quiera o no, la partida del brasileño ha golpeado al Barça, que podrá comprar bastante en el mercado, pero no tendrán la certeza de que los recién llegados se acerquen, de conjunto, al impacto que tenía Neymar, tanto en el campo como en las tiendas publicitarias.
A partir de ahora, deberán aprender a vivir con ello y salir adelante, pero mostrando una actitud más a la altura del club. Si volvemos al referido partido contra Tarragona, los blaugranas no solo no pudieron ganar, sino que también enseñaron sus múltiples agujeros y una vez más se demostró que sin Messi en el campo las prestaciones del equipo disminuyen de forma dramática. Pero más allá del argentino, el resto de las posiciones igualmente presentan lagunas, tantas que el plantel puede incluso perder el sello que los ha identificado en los últimos años: la posesión y el buen trato del balón. En un viaje lento por cada sector, podremos percatarnos de que nadie se acerca a la capacidad de recuperación y al manejo de los tiempos como Busquets, ningún lateral derecho puede emular al defenestrado Dani Alves (ahora en el PSG), y los supuestos jugones no crean ni pegan a la usanza de las estrellas.
Válido detenerse en este último aspecto, porque son varios los señalados. Si bien todavía son jóvenes, Denis Suárez, Munir o Deulofeu tienen más semejanzas con Bojan o Giovanni Dos Santos que con la crema y nata de la delantera catalana. Estos jugadores recuerdan más a la época de los extremos veloces que se gastaban buenas carreras pero no pegaban con suficiente fortaleza. Por otra parte, Alcácer ha quedado en un delantero demasiado chico para los retos del Barça, con todo y su golazo ante el Nástic. La interrogante entonces radica en cuánta confianza se podrá depositar en estos chicos para medirse al Madrid, al Atlético, al PSG, al Bayern o a los onces de Manchester.
En el Barcelona, contrario al Madrid, por ejemplo, la dependencia de los hombres de arriba es mayor, porque los del medio no cargan con dinamita. Iniesta nunca ha sido un gran anotador, y Sergi Roberto, Rafinha, André Gomes o Aleñá van por el mismo camino, mientras en Madrid, Asensio, Isco, Kovacic o Ceballos tienen más vocación de ataque.
A todas luces, Valverde tiene mucho trabajo por delante. Presumiblemente, en poco tiempo le llegarán refuerzos desde varios lugares, y ello supondrá un reto todavía mayor, pues deberá acomodarlos en el sitio del campo donde mejor puedan rendir y donde mejor puedan adaptarse a la dinámica del equipo. Su misión es bien compleja, pues además de lo netamente vinculado al juego, afronta el Everest de sacar al Barcelona de la tremenda resaca que supondrá, aunque no lo digan, la partida de Neymar.