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miércoles, 30 de agosto de 2017

La Policía de Estados Unidos tendrá acceso a armas militares

Por Yamy

Los cuerpos de la Policía local de Estados Unidos pronto podrían volver a tener acceso a vehículos blindados, armas de gran calibre, lanzagranadas y otros equipos utilizados en los campos de batalla; siguiendo la orden ejecutiva que ha firmado este lunes el presidente del país norteamericano, Donald Trump, para reanudar el suministro de excedentes de armas, vehículos y otros equipos militares a la Policía; un polémico programa que fue reducido drásticamente por Barack Obama en 2015.  

Medios digitales indican que en un documento preparado por la Casa Blanca la Administración Trump se apoya en dos artículos publicados este mes en “American Economic Journal”, que concluyeron que la distribución de armas y equipos militares a la Policía civil tenía “efectos generalmente positivos2, como la reducción de la delincuencia en la calle.

El Gobierno de Trump también señala que vehículos blindados y otros equipos militares fueron utilizados para proteger a los oficiales que mataron a los autores del tiroteo en masa en San Bernardino, California, en 2015, y que un casco de estilo militar salvó la vida de un oficial en la masacre que ocurrió en la discoteca Pulse de Orlando, Florida, en 2016.

Finalmente, el documento de la Casa Blanca sostiene que la decisión de Trump de restaurar completamente el programa representa un cambio de política para asegurar que los oficiales tengan las herramientas que necesitan para reducir el crimen y mantener a sus comunidades seguras, además de enviar el mensaje de que se preocupan más por la seguridad pública que por la apariencia de un equipo.

La reanudación del programa ha sido anunciada este lunes por el fiscal general, Jeff Sessions, durante una reunión anual de la Orden Fraternal de Policía (FOP), el mayor sindicato policial de Estados Unidos. El fiscal ha destacado que las restricciones fueron demasiado lejos, y que la Administración Trump no pondrá preocupaciones superficiales por encima de la seguridad pública.

La FOP respaldó a Donald Trump durante su campaña presidencial en 2016, después de que prometiera eliminar las limitaciones existentes en el Programa 1033, al cual describió como un excelente programa que mejora la seguridad de la comunidad. Analistas refieren que de esta manera, Trump mantiene su promesa dada a la Policía. “El lema” preelectoral de Trump fue asegurar la ley y el orden, especialmente en las ciudades problemáticas de Estados Unidos, y la mayoría de los oficiales de Policía y agentes de la ley votaron por Trump. Fortalecer a la Policía también tiene un significado ideológico.

El Programa 1033 se puso en marcha en 1990 para ayudar a los agentes en las investigaciones sobre drogas, pero en 1997 se amplió para incluir todas las operaciones locales de aplicación de la ley, incluida la lucha contra el terrorismo. Desde entonces, según el Gobierno estadounidense, se han transferido equipos militares por más de 5 000 millones de dólares.

El programa fue limitado en 2015 tras la reacción de los ciudadanos a las imágenes de la Policía fuertemente militarizada durante las protestas y la violencia de Ferguson, desatada después de que Michael Brown, un joven afroamericano de 18 años, fuera asesinado a balazos por un policía.

La orden ejecutiva del Gobierno de Barack Obama bloqueó para los departamentos de Policía el suministro de vehículos blindados, armas de gran calibre, lanzagranadas y otros equipos pesados utilizados en la guerra. En ese momento Obama argumentó que el despliegue de ese equipo daba la imagen de que la Policía era una “fuerza de ocupación”, profundizando la división entre los agentes y la sociedad. Por otro lado, a pesar de las afirmaciones de que el programa federal estaba destinado a suministrar equipo militar “excedente”, un informe de 2014 del Senado encontró que más de un tercio del material entregado nunca había sido utilizado por las Fuerzas Armadas de Estados Unidos.

El programa fue también criticado por su falta de transparencia y por alentar a la Policía a utilizar técnicas paramilitares pesadas durante tareas cotidianas, así como por afectar desproporcionadamente a las comunidades pobres y a la población negra, aumentando las disparidades raciales.