Tras la huella de Allende
Fue Lima, Perú, el lugar que la vio nacer el 2 de agosto de 1945 pero fue Chile quien la reclamó como hija. Isabel Allende era sobrina de uno de los hombres más celebres de la historia americana, vivió la alegría y la tristeza de su familia y en todas sus obras reflejó el encanto y lo irreal de las generaciones de antaño. La literatura la supo reconocer y destacar. A lo largo de su vida ha recibido numerosos premios entre los que sobresalen: Mejor novela del año (Chile, 1983), Autor del año (Alemania, 1984), XV Premio Internazionale I Migliori Dell*Anno (Italia, 1987), Critics´ Choice (Estados Unidos, 1996) y el Premio Honoris Causa, Universitá di Trento en “lingue e letteratura moderne euromericane”(Trento, Italia, mayo del 2007).
Y la mujer viajó de la realidad a la magia. Se creó un mundo de retrospectiva y tiempo donde fundió historias de bisabuelos y criaturas que parecen salidas de una imaginación desbordada. Ella recreó su vida con pinceladas de color que en cada letra traen un olor, un sabor, y una suavidad extrañamente familiares.
Fue Lima, Perú, el lugar que la vio nacer el 2 de agosto de 1945 pero fue Chile quien la reclamó como hija. Isabel Allende era sobrina de uno de los hombres más celebres de la historia americana, vivió la alegría y la tristeza de su familia y en todas sus obras reflejó el encanto y lo irreal de las generaciones de antaño. Ella exhala magia, pero el horror de su vida también caracteriza la genial trayectoria de esta escritora.
Desde 1959 hasta 1965 trabajó en la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) en Santiago de Chile. En 1963 nació su hija Paula. Los años siguientes los pasó en Europa, residiendo especialmente en Suiza y Bruselas. De retorno a Chile, en 1966, nace su hijo Nicolás.
En 1973 estrenó su obra de teatro El embajador. Ese mismo año, se produjo el Golpe de Estado encabezado por el dictador Augusto Pinochet, en el que murió su tío. En 1975 se autoexilió con su familia a Venezuela. En 1981, teniendo su abuelo 99 años y estando el mismo a las puertas de la muerte, comenzó a escribirle una carta que se convertiría en una de las obras más conocidas de las letras americanas: La casa de los espíritus.
Tres años más tarde, publica su segunda novela De amor y de sombra que se convirtió en otro gran éxito. Su matrimonio con Miguel Frías llegó a su término y conoció al hombre cuya historia le inspiró a escribir El plan infinito: Willie Gordon. En 1988, concurrió a votar en el plebiscito que hizo dimitir al dictador Pinochet. La década del 90 llega triste para la autora: la porfiria le arrebata a su hija y en 1994 publica el libro de memorias Paula, escrito en forma de carta cuando esta se encontraba en coma en un hospital de Madrid.
En sus páginas pueden convivir con facilidad el indio, el negro esclavo, el colonizador, el hippie, el policía corrupto y vengativo, la joven de 18 años que se droga, el violador, la abuela maga, el lejano asiático y todos nos hacen creer que no hay mundo, ni dolor tan reales como los que ellos viven.
La literatura la supo reconocer y destacar. A lo largo de su vida ha recibido numerosos premios entre los que sobresalen: Mejor novela del año (Chile, 1983), Autor del año (Alemania, 1984), XV Premio Internazionale I Migliori Dell*Anno (Italia, 1987), Critics´ Choice (Estados Unidos, 1996) y el Premio Honoris Causa, Universitá di Trento en “lingue e letteratura moderne euromericane”(Trento, Italia, mayo del 2007).
Su realismo mágico nos recuerda al gran García Márquez con sus Cien años de soledad y sus personajes de pasiones eternas y desgarradoras. Su escritura es igual de vieja que las historias mapuches pero, a la vez, siempre nuevas y frescas.
A pesar de su imaginación poderosa, no se logró escapar de este mundo real. Tuvo que llorar y reír por sí misma, y tuvo que contar su propia vida e historia. Ha sido una de las autoras latinoamericanas más seguidas y entrevistadas por los medios que intentaron romper la cobertura de un ingenio vivo.
Entonces esto no es más que un Retrato en sepia de una Afrodita que con sus Cuentos de Eva Luna y con La suma de los días fue capaz de convertir, en unas páginas, a La ciudad de las bestias en La isla bajo el mar. Otro país inventado de Isabel Allende.