Estados Unidos y Corea del Norte, la guerra que nunca acaba
Pudiera decirse que la seguridad del mundo depende de cómo termine, si es que tendrá fin, esta escalada de tensiones entre Estados Unidos y Corea del Norte. Si bien esta guerra, que ya pasó del tono diplomático al de las sanciones extremas, aún no ha desembocado en acciones bélicas, en algunas declaraciones realizadas por Donald Trump, presidente norteamericano, ha advertido que en caso de que el régimen norcoreano no ponga fin a su vertiginoso programa nuclear y balístico, la solución a la crisis implicará su “destrucción total” por parte del Pentágono y sus aliados internacionales. Una acción que implicará un gran peligro para la estabilidad y la paz de Corea del Sur, incondicional aliado de Estados Unidos.
En su discurso pronunciado ante la Asamblea de Naciones Unidas, que mostró a un Trump fiel a sus esencias radicales, el mandatario expresaba que no se podía permitir que esta “banda criminal” se armara con misiles nucleares. “... si nos vemos obligados a defendernos a nosotros o a nuestros aliados, no tendremos otra opción que destruir totalmente a Corea del Norte. Ya es hora de que se dé cuenta de que la desnuclearización es su único futuro. El hombre cohete está en misión suicida consigo mismo”, afirmaba ante el plenario reunido en este espacio internacional. Aun considerando la opción militar, hasta el momento Estados Unidos igualmente se ha limitado al camino de la “estrangulación financiera” del régimen de Pyongyang. De ello dan cuenta las últimas medidas implementadas por la Administración de Trump, que además cuentan con el apoyo de Naciones Unidas y la Unión Europea, y además dos históricos contrincantes de Norteamérica: Rusia y China. El presidente estadounidense advirtió, en este sentido, que toda empresa extranjera que realice intercambios comerciales con Corea del Norte será sancionada, así como prohibió la entrada a Estados Unidos por 180 días de los barcos y aviones que hayan visitado Corea del Norte, entre otras sanciones que buscan asfixiar económicamente al régimen de Kim Jong-un.
Este paquete de medidas supondrá un estrangulamiento de facto de Pyongyang, en caso de ser aceptado por China, que es destino del 90% de las exportaciones norcoreanas. Tal parece que el gran país asiático sí apoyará las sanciones económicas estadounidenses, porque ya emitió una orden a sus bancos de no realizar negocios con el régimen vecino, aunque esto signifique un fuerte golpe a su economía. Es así como el país de Kim Jong-un está viendo desplegarse ante sí toda una maquinaria internacional pesada que sin lugar a dudas representa un gran desafío para su régimen. El Departamento de Estado norteamericano confía en que el estrangulamiento comercial de Corea del Norte derive en una solución parecida a la lograda con Irán. Sin embargo, el resultado de este paquete de medidas sancionadoras no se sabe a ciencia cierta. Puede pasar que sus efectos no sean lo suficientemente rápidos como para impedir que Pyongyang logre su meta de disponer de un misil nuclear intercontinental, posibilidad que bien pudiera derivar en la intervención militar que ya está pregonando la Administración de Donald Trump.
Como ya habíamos dicho, la opción bélica podría representar un serio peligro para Corea de Sur, vecina geográfica de Corea del Norte al compartir ambas la misma península. Es por eso que la solución militar no es la preferida por Surcorea, y su presidente, Moon Jae-In, no demoró en anunciarlo durante su intervención en el propio espacio de la Naciones Unidas donde coincidió con los líderes políticos de todas las latitudes. Para Moon, la vía que se debe adoptar es la de las “sanciones y la presión” y no la de de la guerra. “Es importante gestionar la situación de forma estable: todos nuestros esfuerzos deben estar destinados a prevenir el estallido de una guerra y mantener la paz. Hay que tener la cabeza fría y evitar enfrentamientos militares accidentales”, afirmó el mandatario. Una opción con la cual están de acuerdo países como China y Rusia, que apuestan más a las sanciones económicas impuestas a Corea del Norte como vía de salida de esta crisis. Y hasta ahora es lo que está sucediendo: la primacía de las sanciones económicas, por encima de las militares, que no solo implicaría consecuencias para los países más implicados en el conflicto, sino que resultaría en una seria amenaza a la paz y la estabilidad de todo el mundo.