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domingo, 3 de septiembre de 2017

La polémica sobre los animales de laboratorio

Por Elizabeth Almeida

Si te has fijado en muchos productos que usamos en la actualidad se puede leer la nota: No probado en animales. Esta aclaración cada vez es más valorada en muchos sectores de la sociedad que se sienten realmente afectados por el papel que juegan los animales en las investigaciones de la ciencia. Aunque los beneficios son indiscutibles, los contras de estas acciones cada vez acaparan más espacios en la sociedad actual. Pese a  la convicción inquebrantable en la importancia de su labor, es bastante frecuente que los investigadores que trabajan directamente con animales experimenten sentimientos conflictivos ante la necesidad de sacrificar a sus objetos de estudio. Es sumamente común que las personas creen vínculos afectivos fuertes con los animales, sobre todo si convive una gran cantidad de tiempo como ocurre en el caso de los investigadores que tienen a su cuidado hasta varias generaciones de algunos animales.

Para combatir ese malestar de algunos científicos, en Japón se celebran anualmente ceremonias en homenaje a los numerosos animales de laboratorio que aportan su vida por el bien de la ciencia y la salud humana. En el año 1993, la Universidad de Guelph, en Ontario, Canadá, se convirtió en la primera de la región occidental del planeta en adoptar esta tradición.

Paulatinamente van creciendo el número de centros que dedican ceremonias especiales o placas conmemorativas a esos seres vivos. Uno de los monumentos más conocidos se halla en el Instituto de Citología y Genética de Novosibirsk, en Rusia; y consiste en una estatua de un ratón de casi dos metros de alto, en honor a las numerosas vidas sacrificadas. La efigie representa a un roedor tejiendo una cadena de ADN.

Tras las numerosas protestas impulsadas por comunidades ambientalistas europeas sobre la utilización de animales en los experimentos científicos, la Confederación de Sociedades Científicas de España, presentó un acuerdo con el fin de poner solución a través de la transparencia de estos procederes. Con el respaldo de unas 90 instituciones y empresas adscritas, los científicos se comprometieron a abrir las puertas de los laboratorios de la nación ibérica para hablar con claridad y detalle sobre ese sensible asunto.

Los puntos fundamentales para alcanzar esa transparencia se concentran en contar con claridad el por qué, cuándo y cómo se usan los animales en la ciencia, facilitar a los medios y la sociedad la información que sea necesario hacer pública, y promover varias iniciativas para incrementar la cantidad de material informativo sobre esa delicada cuestión que sin dudas nos atañe a todos.

Algunas publicaciones del ramo han aclarado que la realidad es que los científicos están continuamente intentando buscar otras alternativas para lograr desplazar a los animales de laboratorio. Es cierto que existen pruebas en las que pueden detectarse sustancias cancerosas a través de líneas celulares, pero no garantizan lo mismo ni tienen tanta efectividad que en las pruebas con seres vivos. También ocurre al investigar la consciencia y enfermedades que afectan al cerebro, como el alzhéimer y el autismo.

Actualmente el 85% de las especies empleadas en los laboratorios pertenecen al orden de los roedores. La cantidad total de animales dados a la investigación se redujo drásticamente en 2015 si se compara con el año anterior, gracias al famoso Principio de las 3 R que consiste en reemplazar su uso por otros métodos, reducir el número siempre que se pueda, y refinar el procedimiento para minimizar el dolor.

Se calcula que cada año se utilizan entre 50 y 100 millones de animales vertebrados para trabajo de laboratorio. ​Invertebrados, ratones, ratas, pájaros, ranas, y otros animales no están incluidos en estos números, aunque una estimación realizada sobre el número de ratas y ratones usados en los Estados Unidos en el año 2001 lo situaba en unos 80 millones.​ La mayoría de animales son sacrificados después de usarlos en un experimento.