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sábado, 30 de septiembre de 2017

Las estrellas conceden deseos en Japón

Por Miss GD

Los dioses protestaban porque empezaban a quedarse sin vestimenta y los bueyes realizaron tal destrozo en el cielo, que Tenkou tuvo que remediarlo de manera tajante. Su decisión fue separarlos por el río amonogawa, cada uno en un extremo de la rivera, para que volvieran a trabajar. Sin embargo, era tal la tristeza que sentían los enamorados, que el padre, compadeciéndose de ellos, les concedió solo una noche al año para que pudieran estar juntos. Esa noche era el siete de julio, cuando se dice que los cuervos despliegan sus alas y construyen un puente para que ambos se encuentren. Según la leyenda, la felicidad que emanan los amantes ese día es tal, que incluso conceden deseos a aquellos que tienen fe.

Japón, la nación del sol naciente, se ha caracterizado siempre por poseer una cultura milenaria de ritos, tradiciones, costumbres y leyendas tan hermosa como extensa, que hace a esta nación única en el mundo, con características siempre relacionadas al arte que no obstante, la han hecho una de las potencias más poderosas del planeta a través de los tiempos. Con formas de vida que se remontan a décadas pasadas pero siempre llevadas a la par del desarrollo moderno, Japón ha conseguido una economía envidiable, una política sumamente estable, un desarrollo cultural devenido de tradiciones ancestrales incomparables y un avance tecnológico cada vez mayor. Muchos apuntan a la férrea disciplina y al gran dominio del mercado que se dice, tienen los japoneses, como las causas de que hoy esa nación asiática sea uno de los puntales mundiales de desarrollo en la mayoría de las esferas de la sociedad.

También se dice que las ideas más inesperadas en toda la humanidad usualmente surgen en Asia. Países como Japón y China son habitualmente los mayores patrocinadores de ideas consideradas “fuera de lo común” para el entretenimiento de las personas y para ampliar el repertorio cultural del mundo. No obstante, la mayoría de estas dan resultado, debido a lo puntilloso de cada plan que se realiza, así sea algo simple para hacer reír a las personas. En este tipo de proyectos de entretenimiento normalmente hay pocos riesgos, porque todos están muy bien pensados, como por ejemplo, la nueva montaña rusa que se abrió en Japón, considerada la más alta y complicada del mundo.

El hecho es que Asia Oriental siempre ha sido una zona rodeada de miles de leyendas que son los que han impulsado el auge cultural de esos territorios. Una en concreto que se celebra en Japón y reconocida como uno de los eventos más bellos de toda Asia, proviene de China, y da pie a la festividad del siete de julio, el famoso festival de las estrellas, más conocido en la nación nipona como Tanabata, espectáculo de pura luz, color y tradiciones, una celebración para alegrar tanto el cuerpo como la mente y en la que las esperanzas, los deseos y los más complejos pensamientos se comparten y se dibujan a todo color.

El festival viene de una leyenda antigua muy hermosa y conocida en prácticamente toda Asia Oriental Hace muchos años, en el cielo habitaba una mujer llamada Orihime, la hija del rey del cielo, Tenkou, quien se encargaba de hacer los trajes de los dioses y, como adoraba tejer, se pasaba múltiples horas haciendo su labor. Pero finalmente, su padre empezó a preocuparse tanto por su felicidad, que buscó un hombre para ella, para que su pequeña se casara. El escogido se llamaba Kengyu y era un pastor de bueyes. Cuando se conocieron ambos jóvenes se enamoraron perdidamente el uno del otro hasta que al final comenzaron a dejar de lado sus labores.

Los dioses protestaban porque empezaban a quedarse sin vestimenta y los bueyes realizaron tal destrozo en el cielo, que Tenkou tuvo que remediarlo de manera tajante. Su decisión fue separarlos por el río Amonogawa, cada uno en un extremo de la rivera, para que volvieran a trabajar. Sin embargo, era tal la tristeza que sentían los enamorados, que el padre, compadeciéndose de ellos, les concedió solo una noche al año para que pudieran estar juntos. Esa noche era el siete de julio, cuando se dice que los cuervos despliegan sus alas y construyen un puente para que ambos se encuentren. Según la leyenda, la felicidad que emanan los amantes ese día es tal, que incluso conceden deseos a aquellos que tienen fe.

Por ello, en la actualidad, ese día las personas de esos territorios piden deseos que escriben en unos papelitos de colores y que se atan en las ramas del bambú. Anteriormente, los colores que se utilizaban eran los cinco que representaban la naturaleza, pero ahora, se utiliza cualquier papel de color.