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martes, 31 de octubre de 2017

Viajar sobre una “ola” al Jurásico

Por ElizabethF.

Viajar en el tiempo no es del todo imposible, depende cómo se mire. Desde el estado de Arizona, en Estados Unidos, por ejemplo, se puede trasladar hasta el periodo Jurásico. Es bien sencillo, solo debe visitar una sorprendente e insólita área natural, que está justamente ubicada en este estado norteamericano, y la cual forma parte de la conocida reserva Paria Canyobn-Vermillion Cliffs Wilderness. Su nombre es igual de inaudito, y es popularmente conocida como The Wave, que traducido al castellano, significa ‘la ola’.

No más llegar al sitio, y te descubrirás parado sobre un suelo peculiar, cuya forma semeja al de las olas, pero no hay agua, solo piedras areniscas de tonalidades diversas, con remolinos y giros incluidos, y que es fruto de la erosión causada por el viento durante largos siglos. La explicación que encuentran los científicos es que lo que antes allí eran dunas de arena, se transformaron en roca dura y compacta, que se calcificó tanto en capas verticales como horizontales, y es lo que provee el lugar del fantástico aspecto que hoy exhibe y adoraría cualquiera que lo vea.

Pero uno de los elementos que resulta más cautivador es justamente el contraste de sus colores – pues puede verse en las rocas desde el negro y el marrón hasta el beige y el blanco– lo cual al combinarse con el intenso cielo azul que caracteriza la zona, logra sin duda una extraordinaria composición visual que impacta al que visita esta área, y donde esas ondas que a ratos se curvan y ondulan a través de todo el paisaje terminan haciendo de este un sitio exquisito.

Sin embargo, lo curioso es que este raro y único paraje se formó hace unos 190 millones de años, exactamente durante el periodo Jurásico. No es extraño entonces que los comentarios y sensaciones de aquellos que acuden al lugar, sean los de asegurar que la experiencia es como visitar otro planeta, pues les resulta tan diferente a lo que han visto antes, que llegan a sentirse allí como extraterrestres.

Hay un detalle, este viaje en el tiempo tiene pequeños inconvenientes. Digamos que para poder visitar este sitio se necesita solicitar antes un permiso de acceso, y este “pase” solo es entregado diez veces al día, pues los expertos insisten en la necesidad de que el acceso sea por cuotas y ordenado.

La razón es que se trata de una formación de naturaleza muy frágil y, es por ello que se les pide a los visitantes que tengan mucho cuidado de no causar daño alguno al entorno. Las personas interesadas en viajar a este paisaje, para llegar a ser uno de los pocos afortunados que pueden visitarlo, tienen que solicitar con varios meses de antelación un pase al centro de visitantes de Kanab. No obstante, con suerte no estará todo perdido para aquellos que decidan presentarse en The Wave sin la solicitud pertinente, pues a diario se sortean otros diez pases entre esos excursionistas que lleguen hasta allí sin el autorizo.

Y aun así, conseguir el permiso no constituye ni remotamente el único desafío al que debe hacer frente quien tiene la dicha de acercarse hasta allí. Si bien antes no se ofrecía ningún mapa para que las personas pudiesen orientarse durante el recorrido, solamente las indicaciones que se podían recibir de los guardas del lugar; actualmente, como causa del gran número de personas que se perdían en la zona, además del permiso para visitar el área, se incluyen unas coordenadas GPS de diversos puntos a lo largo de la ruta, junto a un mapa fotográfico. E, incluso con todas esas medidas, siempre hay quien sufre algún que otro problema de orientación.

No menos importante es la época del año en que se visita, pues si es en el verano, esta área llega a alcanzar con cierta frecuencia temperaturas que rondan los cuarenta grados centígrados. Pero The Wave, el viaje a esa dimensión que es la maravilla de la naturaleza, vale la pena una dosis de calor.