Del ojo al cerebro
El cerebro humano es la más compleja de todas las estructuras vivas, pues procesa información sensorial a la vez que coordina y mantiene las funciones vitales del organismo. Hasta un billón de células nerviosas (neuronas) trabajan unidas a través de impulsos eléctricos para coordinar las actividades físicas y los procesos mentales que distinguen al ser humano de otras especies, refieren sitios especializados. El cerebro humano mezcla fácilmente el contexto global rápido y la información visual para obtener una percepción coherente del mundo, según un estudio publicado en la revista Neuron.
Los autores, neurocientíficos de la Academia de Ciencias de China, profundizaron los conocimientos sobre cómo las personas reconocen de forma simultánea el rostro de un niño al mismo tiempo que captan los detalles.
La investigación develó la forma en que primates humanos y no humanos conservan información local de alta resolución desde zonas intermedias de la jerarquía visual hasta completar la ardua labor.
Los experimentos confirmaron que esos animales pueden identificar los objetos en un campo visual central de diez grados en 150 milisegundos, lo cual sugiere una cascada inicial rápida de procesamiento en gran medida de compensación.
Acorde con el estudio, la mayor agudeza se conserva para momentos posteriores de la jerarquía visual donde ocurren comportamientos cognitivos visuales más complejos y podría empezar a resolver la paradoja de mucho tiempo respecto de la discriminación visual fina en la percepción visual.
La retina humana (la parte del ojo que convierte la luz recibida en señales electroquímicas) tiene alrededor de 100 millones de células sensibles a la luz. Por tanto, las imágenes de la retina contienen una enorme cantidad de información.
En las tareas de procesamiento visual de alto nivel, como por ejemplo reconocer objetos, estimar tamaños y distancias, o calcular la trayectoria de un objeto en movimiento, el cerebro probablemente no usa todos los datos disponibles, ya que no parece tener suficientes neuronas dedicadas a ello.
Así que los científicos han asumido durante mucho tiempo que el cerebro debe resumir de alguna manera el contenido de las imágenes de la retina, reduciendo así la cantidad de información de éstas antes de transferirlas a procesos mentales de mayor nivel.
La mayoría de los modelos sobre el reconocimiento humano de objetos asumen que lo primero que hace el cerebro con una imagen de la retina es identificar los bordes, es decir los límites entre las regiones con diferentes propiedades de reflexión de la luz, y ordenarlos de acuerdo con su alineación básica: horizontal, vertical y diagonal.
A continuación, según esas teorías, el cerebro comienza a ensamblar estos rasgos en formas primitivas, registrando, por ejemplo, que en alguna parte del campo visual aparece un rasgo horizontal por encima de un rasgo vertical, o dos diagonales que se cruzan entre sí.
Después, a partir de estas formas primitivas, se construyen formas más complejas; por ejemplo cuatro elementos con forma de "L" y orientaciones diferentes pueden formar un cuadrado, y así sucesivamente, hasta que las formas construidas ya resultan identificables como rasgos de objetos conocidos.