La peligrosa adicción al amor
El amor es uno de los sentimientos más puros y estremecedores que puede sentir el ser humano. A veces amar puede doler un poco, sobre todo cuando del amor hacia la pareja se habla. Amar es justamente una de las características que nos hacen racionales y nos permite que, a diferencia de los animales, no nos apareemos por pura necesidad de reproducción, sino que a la unión carnal le ponemos sentimiento y corazón. Lo complicado comienza cuando ese amor se torna una obsesión y pasa de ser un sentimiento a convertirse en adicción. El ser humano puede padecer disímiles tipos de adicciones conocidas y otras que no lo son tanto: al alcohol, las drogas, el cigarro.
Son esas las adicciones químicas más conocidas, pero están también las conductuales que se traducen en la adicción al juego, a la televisión, al celular, a la comida, al amor, entre otras. La adicciones son en sí una enfermedad que afecta diversas áreas de nuestras vidas entre lo biológico, sicológico, social, emocional y espiritual. Los adictos al amor, como a cualquier sustancia o hábito, muestran un enfoque obsesivo por otra persona y pasan mucho tiempo esforzándose por ella. Valoran el amor hacia el otro por encima de sí mismos. Este comportamiento hace que estos enfermos se descuiden a sí mismos y abandonen aspectos importantes de sus vidas y el bienestar de mantenerse conectado con otras cosas o valores. Este trastorno no se manifiesta solo en las relaciones románticas o sexuales, es posible ser un adicto al amor con sus amigos, los hijos, líderes o, incluso, a figuras religiosas. Quienes lo padecen, generalmente tienen antecedentes por abandono de sus padres o uno de ellos durante las primeras edades y han vivido siempre con la necesidad se sentirse validados, por lo que experimentan un miedo consciente al abandono. Le asignan a la persona amada una cantidad de tiempo desproporcionada, una atención y un valor por encima de sí mismos, además poseen expectativas irreales e incondicionales sobre el otro al punto que descuidan su autoestima mientras están en la relación. Incluso, si son personas que tienen éxito profesional o social en otros aspectos no encuentran tampoco satisfacción en estos logros ni se encuentran a gusto consigo mismos.
Estar bien y seguros solo es posible cuando están en pareja. Para la experta Pilar Conde, el amor y la adicción no sólo no son complementarios, sino que en su desarrollo práctico resultan nocivos para ambos miembros de la relación, pero, sobre todo, para la persona dependiente. Esta vive en estado de alerta constante y el menor gesto o la palabra más inocente le hacen pensar en una ruptura. Cuando esta llega, finalmente, es tal el vacío, tan intenso, desproporcionado y exagerado que se llega a creer que ya nunca logrará ser feliz como ser individual, y se tiende a buscar un sustituto que cubra esas necesidades afectivas. La experta expone una serie de medidas que se pueden adoptar para superar esta dependencia emocional. La clave es trabajar en la aceptación e independencia propias. Antes de amar a cualquier otro ser humano, es imprescindible amarse primero a uno mismo, de esta manera es mucho más sencillo encontrar un afecto auténtico por el otro. Aceptemos que tenemos actitudes, comportamientos y cualidades propias de las cuales sentirnos orgullosos, por tanto, mirémonos nosotros por dentro y luego fijemos la vista en el otro. Nuestras ilusiones y felicidad no pueden depender de ese alguien solamente y pensar que no podemos vivir sin esa persona es una falacia que solo se reproduce dentro de nuestras mentes. Nuestras necesidades, aficiones y/o familia, no pueden estar por encima de ese otro que no es el ideal de ser humano que nos hemos creado. La recuperación de la adicción al amor es un proceso de auto-descubrimiento que solo podemos solucionar nosotros mismos.