Ruidos que nos irritan
¿Te molesta el sonido que emite una persona cuando está comiendo, respirando o riéndose un poco más alto de lo normal? ¿O el de un papel estrujándose? ¿Quizá no es de tu agrado el sonido de los dedos deslizándose sobre el teclado? Pues no, no eres una persona rara ni más irritable que ninguna. Simplemente padeces de misofonía, un trastorno que nos hace más sensibles a ruidos de la vida cotidiana. La misofonía, significa "odio al sonido" y sus efectos pueden llegar a significar una tortura para las personas que la padecen ya que tienen muy poca tolerancia ante cierto tipo de estímulos auditivos.
Hay estudios de exploración cerebral que explican por qué te sucede esto. Científicos han demostrado que el cerebro de algunas personas está programado para producir una respuesta emocional excesiva ante ciertos estímulos auditivos.
En Reino Unido, los investigadores escanearon los cerebros de 20 personas misofónicas y a otras 22 completamente sanas.
Se les expuso a una variedad de ruidos como el de la lluvia, gritos, y los sonidos que molestaban a cada uno de los voluntarios. Resultó que la corteza insular anterior, parte del cerebro que une nuestros sentidos con nuestras emociones, mostraba demasiada actividad en los casos de misofonía.
El líder en las investigaciones, el doctor Sukhbinder Kumar, de la Universidad de Newcastle, afirmó que esos pacientes se saturan cuando escuchan los sonidos y comenzaban a desencadenar un estado de estrés, rabia y fuerte malestar dependiendo del tipo de ruido al que le tenga aversión.
Muchas veces pasan a estar de mal humor de repente, lo cual puede producir discusiones en el ámbito familiar o en el círculo de amistades por lo que ven afectada su interacción con la sociedad.
El término misofonía se usó por primera vez en el año 2000, cuando los neurocientíficos Pawel y Margaret Jastreboff describieron una alteración psicológica caracterizada por una baja tolerancia a sonidos específicos.
Aún no se conocen sus causas y el nivel de incidencia que tiene sobre la población, por tanto tampoco se han diseñado tratamientos exactos.
De momento ya se ha demostrado experimentalmente que las personas con misofonía muestran una reacción fisiológica inmediata que se traduce, por ejemplo, en una mayor conductividad eléctrica en su piel cuando son expuestas a los sonidos que encuentran estresantes, algo que no ocurre con el resto de individuos.
Por el momento se puede aliviar con estrategias de afrontamiento y en asegurar que la familia, los amigos y los compañeros de trabajo de la persona con misofonía estén al corriente sobre sus necesidades y sepan qué hacer en cada caso.
También se puede acudir a ciertos mecanismos de adaptación para conseguir algún alivio como los del usar auriculares con música o tapones para los oídos y así limitar la intrusión de otros ruidos.
Otros métodos pueden ser sentarse alejados del resto de las personas en autobuses y restaurantes o aprender prácticas de relajación y meditación para reducir el estrés.