Los Warriors, reyes de la NBA
Abandonados por una de sus estrellas, Kevin Love, y casi sin aporte desde la banca, los Cleveland Cavaliers perdieron la corona de la NBA a manos de los Golden State Warriors, el sensacional conjunto de Oakland que logra su segundo título en los últimos tres años, en esta oportunidad sustentados en su brutal línea ofensiva, liderada por Stephen Curry y Kevin Durant, dos jugadores con capacidad para llevarse trofeos de MVP. En el Oracle Arena, el plantel dirigido por Steve Kerr superó - en un peleado quinto choque a los Cavs, que no pudieron salir a flote solo con el apoyo de Lebron James, Kyrie Irving y unos mejorados Tristan Thompson y J.R. Smith.
Intensidad y presión por toda la cancha fue la estrategia que adoptaron los actuales monarcas desde el mismo inicio del choque, y les rindió resultados, porque sembraron el nerviosismo en la grada del Oracle y forzaron a los Warriors a varias pérdidas, por lo general capitalizadas con canastas. La asfixia que sintió Golden State también se reflejó en el marcador, que al final primer cuarto dominaban los visitantes 37-33.
Sin embargo, para el segundo tiempo las cosas cambiaron radicalmente. Un pequeño descanso de Lebron James abrió las puertas al vendaval del quinteto dorado, imbatible con un parcial de 19-2 que ponía el partido de cabeza para Cleveland, que jamás pudo recuperarse del golpe. Sin su estrella en la duela solo por unos instantes, los Cavs quedaron a merced del talento de Durant y Curry, apoyados de manera sensacional por uno de los sextos hombres más consistentes de la NBA: Andre Iguodala
El pistolero, también efectivo en tareas defensivas, dejó números para la historia como suplente, con 20 cartones, líder de una banca que otra vez marcó la diferencia, pues encestaron 35 puntos por solo siete los suplentes de Cleveland. Su despliegue en el segundo cuarto resultó vital, cubriendo espacios en cuanta posición era necesario según las circunstancias. Con Kaly Thompson y Kevin Durant con dos faltas temprano, Iguodala sirvió de comodín y rindió como un auténtico Todos Estrellas.
Por supuesto, en el desbalance definitivo del segundo cuarto y en la sostenible capacidad anotadora del resto del partido fueron cruciales Durant y Curry. El base de los Warriors, cerrado y sin tantas oportunidades claras de tiros desde el perímetro, apostó por las internadas, y con su habilidad y sutileza en las penetraciones no paró hasta anotar 34 unidades. Curry, como es habitual, puso la magia, pero quien verdaderamente desató la locura en el Oracle Arena fue Durant, el gran fichaje del conjunto para esta temporada.
Inmenso con 39 unidades, cinco triples y canastas en el momento exacto, Durant justificó todos los millones que Golden State le ha pagado, y también demostró por qué le deben pagar incluso más en el futuro. Su efecto, no solo en el partido, sino en toda la final, marcó el desenlace de la serie contra Cleveland, que hubiera tenido muchas más opciones sin el chico de Virginia vistiendo la casaca dorada. Por todos esos motivos, Durant se llevó un merecido premio de Jugador Más Valioso, el tan anhelado MVP solo al alcance de los basquetbolistas más determinantes y oportunos de la historia.
“La sensación es indescriptible. Estaba nervioso, llevo dos días casi sin dormir, muy ansioso. Quería hacer de todo en la cancha y afortunadamente salieron las cosas. Fue muy difícil, porque Lebron y Kyrie estuvieron inmensos, nunca se dieron por vencidos, y Cleveland estuvo muy duro en todo momento. Desde el 2012 Lebron es quien manda en la NBA, y ahora he tenido la oportunidad de superarlo, pero ha sido batallando muy fuerte”, dijo Durant a ESPN minutos después de concluir el match.
Y en honor a la verdad, los Cavs defendieron con honor su corona, pues recortaron una gran diferencia de 15 cartones y llegaron a colocarse tan cerca como a cinco unidades, pero les faltó un toque adicional de efectividad, sobre todo de Kevin Love, uno de los hombres llamados a anotar y que solo tuvo dos tiros buenos en todo el pleito, más un par de tiradas libres. Sus bajos porcientos dejaron a Cleveland con muchas balas de menos, al igual que los chicos de la banca, totalmente superados por sus rivales.
A Lebron y Kyrie siempre les faltó un guerrero acompañante, porque al principio ni Smith ni Tristan Thompson carburaron, y ahora en el epílogo fue Love quien quedó a deber, pues J.R Smith marcó 25 unidades con siete triples. Teniendo en cuenta el cerrado margen del tercero y quinto partido, Cleveland no estuvo tan lejos de meter más presión a unos Warriors que, no obstante, son merecidos campeones.
Su arsenal, la fantasía de los jugones y el poderío de Draymond Green unido a la solvencia de Klay Thompson, más el apoyo de la banca, los convierte en un equipo mágico, listo para marcar una dinastía en la NBA, por el cual bien vale pagar más de 130 000 dólares para verlos campeones al pie de la cancha.
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