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viernes, 3 de febrero de 2017

Los buenos modales ¿eso qué es?

Por MontseV

El nuevo presidente de Estados Unidos tiene dinero, tiene poder, tiene familia, y hasta tiene admiradores. Pero hay tres cosas que no tiene: educación, buenos modales y paciencia. Ayer mismo se despachó a gusto con Malcolm Trunbull, el Premier Australiano, y le colgó el teléfono a mitad de conversación. Luego tuiteó lo que parecía ser el motivo del enfado: “¿Os lo podéis creer? La Administración Obama acordó acoger a miles de inmigrantes ilegales de Australia. ¿Por qué? ¡Estudiaré este tratado estúpido!”  

Turbull había llamado a la Casa Blanca para asegurarse que Estados Unidos mantendría el pacto acordado con Barack Obama de acoger a 1.250 refugiados que se encuentran actualmente en Australia. El Washington Post señala que, si la llama tendría que haber durado una hora, a los 25 minutos Trump cortó la conexión y, además de tachar de estúpido el tratado de su predecesor dijo que, de las cuatro llamadas con líderes mundiales, la del australiano era “la peor, de lejos”. Según los analistas, Trump acaba de estropear la intensa relación entre Estados Unidos y Australia, quien ha cooperado estrechamente en las guerras de Irak y Afganistán.    

Otro que ha probado la falta de tacto del presidente Trump ha sido el actor Arnold Schwarzenegger. El magnate se mofó de la audiencia que tuvo el programa televisivo The Apprentice el día en que Schwarzenegger acudió de invitado. La estrella, que tampoco se corta un pelo, contestó con un vídeo casero que publicó en Twitter: “Oye Donald, tengo una gran idea ¿por qué no cambiamos de trabajo? Para ti la televisión porque eres un experto en audiencias y yo me hago cargo de tu trabajo, así la gente finalmente podrá dormir cómoda de otra vez”.    

Quién pensase durante la campaña electoral que Trump moderaría su lenguaje y sus políticas una vez en la Casa Blanca – si es que llegaba – estaba bien equivocado. Donald Trump ha sido, y tiene pinta que será, esperpéntico hasta el último de sus días. Eso sí, cuidado con el día que se enfade de verdad puede presionar – y lo hará tan alegremente -el botón rojo de su maletín nuclear.